Inicio » News » Terremoto en Haití: ¿mala suerte o injusticia crónica?
Las mínimas estructuras que se sostenían a duras penas en Haití cayeron con el terremoto. La mayoría de la población, ya de por sí muy vulnerable a causa de la pobreza extrema y del hambre, ha quedado a la intemperie, abocada a la más dura supervivencia. Los organismos internacionales y los Estados que están aportando ayuda deben hacer un esfuerzo compartido para recomponer el país con visión de futuro.

Terremoto en Haití: ¿mala suerte o injusticia crónica?

Pilar Estébanez y

José Manuel Díaz Olalla

Médicos Cooperantes

En muchas ocasiones, al llegar a pueblos o comunidades inhóspitas y muy aisladas o a áreas muy inseguras de zonas urbanas (márgenes inundables de ríos, laderas inestables)en algunos países en desarrollo, y al descubrir allí cómo algunas personas se empeñan en vivir en condiciones pésimas, sobre una tierra estéril que nada produce, donde periódicamente ocurren desastres que

diezman a una población exhausta, que malvive sin ningún servicio público o privado (luz, agua mejorada, escuela, abrigo, salud, justicia), en situación de gran asilamiento y sin nada, ni siquiera un poco de esperanza de que algo bueno pueda ocurrirles, uno tiene la tentación de preguntarse: “¿ Y por qué insisten en vivir aquí? ¿Qué les puede atar a un lugar, y a una vida, tan miserables? ¿Por qué no se van a otra parte?”.Pero cuando se analiza por un segundo el contexto en el que todo eso ocurre y se vuelve a constatar que la

injusta realidad que les atrapa está por encima del tiempo y el espacio, se llega a concluir, sin mucho esfuerzo, que sin duda están allí porque no pueden vivir en otro sitio. Quizás porque sea el único lugar del que nadie les va a echar nunca, porque a nadie le interesa esa tierra en que malviven (o ese lodazal empinado y peligroso en las afueras de una gran urbe) y porque, posiblemente, en

ninguna otra parte les dejarían vivir tranquilos. Cuando el día 12 de enero de este año comenzaron a llegar las primeras noticias del terremoto que había arrasado la capital de Haití y otras zonas del país produciendo una catástrofe humana de incalculable magnitud, en ese momento, casi instintivamente comenzaron a brotar en la mente de muchos esas mismas preguntas para encontrar, con rapidez, idénticas respuestas: “Los haitianos que murieron y los que no lo hicieron pero perdieron lo poco que tenían, seguramente estaban ahí

porque no podían estar en otra parte”. Eso parece cuando comprobamos que de los aproximadamente diez millones de habitantes que tiene el país, más de un millón y medio viven fuera, la mayoría en Estados Unidos. Se da la conocida y terrible circunstancia, común a otros países pobres, de que la mayor parte de los profesionales y técnicos han emigrado, de tal manera que cuando sucedió, hace unos días, tan tremenda sacudida sísmica, casi 500 de los poco más de 2.500 médicos que trabajan de forma estable en Haití eran cubanos. Forman parte del contingente de la cooperación internacional que la mayor de las Antillas tiene destacado en este castigado país de manera permanente. Este fenómeno brutal que nos sobrecoge no hace más que sumar desgracia y calamidad a la injusta situación de un pueblo cruelmente castigado por la historia y por la naturaleza.Otros países, algunos ricos como Japón pero también más modestos como su mencionado vecino Cuba,  soportan furibundos ataques de la naturaleza con un resultado en pérdida de vidas humanas mucho menor. Y por ello muchos se preguntan: ¿se trata de verdad de una tierra maldita? ¿Es posible que, como ha concluido el pensamiento unánime al conocer las noti- cias, todo esto sea debido a la mala suerte que arrastra, como un castigo bíblico, este pueblo?

Para acceder al artículo completo pinche en:

http://www.fundacionsistema.com/media//PDF/Temas183_PDF_Hait%c3%ad_Olalla%20y%20Estebanez.pdf

EL EJERCITO TIENE COMO MISIÓN ESTABLECER LA SEGURIDAD NECESARIA PARA QUE LA AYUDA HUMANITARIA LLEGUE A LAS VÍCTIMAS PERO NO SE LE PUEDE CONSIDERAR COMO UN ACTOR HUMANITARIO MÁS

Haití. Entrevista a Manuel Díaz Olalla. Médico especialista en Salud Pública. Portavoz de la SEMHU (Sociedad Española de Medicina Humanitaria)

La ayuda humanitaria debe estar coordinada por agencias internacionales dependientes de la ONU

Para los medios de comunicación que lo deseen pueden descargarse estas delcaraciones en vídeo :

www.indaganda.com/Declaraciones_Manuel_Diaz_Olalla.zip

PAPEL DEL EJÉRCITO EN LA AYUDA HUMANITARIA

  • El ejercito, que puede situarse donde se ha producido una catástrofe de manera rápida, puede aportar elementos importantísimos a la Ayuda Humanitaria en términos de eficacia.  Ningún otro interviniente puede realizar un despliegue tecnológico y logístico de esas características. Su aportación puede ser inestimable en las primeras fases de rescate y socorro, pero no podemos olvidar que el ejercito, por su propia naturaleza, nunca puede ser un actor humanitario más porque no puede participar de los Principios Humanitarios como los demás actores de la ayuda.
  • De esta manera, el ejército no puede ser independiente, neutral ni, en muchas circunstancias,  tener una visión de universalidad de sus actividades. Por lo tanto su ayuda es muy importante pero tiene que estar destinada a actuaciones concretas de apoyo a la Acción Humanitaria como pueden ser:  la seguridad de la ayuda y de los cooperantes, el establecimiento de corredores humanitarios cuando se precise y la seguridad de las víctimas,  siempre bajo la bandera de Naciones Unidas o del  organismo internacional que se decida entre todos.
  • Desde el primer momento de esta catástrofe han existido suspicacias sobre la presencia militar norteamericana. Siempre las hay cuando interviene un ejercito, sobre todo si lo hace con un despliegue de fuerza tan importante como en este caso, y porque los antecedentes históricos hablan de que EE.UU, cuando ha desembarcado en Haití,  lo ha hecho para quedarse o para forzar un cambio político en interés de la propia superpotencia y pocas veces en beneficio de la paupérrima población haitiana.
  • En este caso, y a medida que pasan los días, se ve más claro que uno de los objetivos más importantes de EEUU, además del aspecto que nadie discute de llevar y repartir ayuda humanitaria, ha sido también el de su propia seguridad nacional, al valorar el gran riesgo de éxodo masivo de población haitiana tras el desastre.

PAPEL DE LA AYUDA INTERNACIONAL

  • Ahora van a venir tiempos muy difíciles donde la ayuda internacional se tiene que volcar en apoyar los servicios básicos que necesita la población, es decir todo lo que tiene que ver con la salud pública: como el agua potable en cantidad y calidad suficientes, la comida, el saneamiento ambiental, el abrigo, el techo y la atención sanitaria. Estas son las necesidades mas urgentes que habrá que atender en los próximos meses y darles respuesta el mejor seguro de supervivencia y bienestar para la mayoría de la población.
  • La ayuda internacional que llegó a Centroamérica después del paso devastador del huracán Mitch se prometía tan grande que muchos aventuraron que, además de solucionar los cuantiosos problemas que provocó, constituiría la auténtica oportunidad de salto histórico de la Región hacia el desarrollo.  Posteriormente se ha visto que, tristemente, no fue así porque no llegó en las cantidades que se habían prometido, la corrupción local en algunos países de la zona la empequeñeció todavía más y se gastó de manera mucho menos eficaz de lo aconsejable, sobre todo porque no se invirtió en mejorar las carencias más importantes y básicas de la población.
  • Esperemos que en esta ocasión ese mismo modelo no sea el que se aplique en Haití y el desastre ocurrido realmente tenga alguna repercusión en la mejora de las condiciones de vida de la población, que ese castigado país registre mejoras sobre la situación previa e incluso que empiece a surgir un Estado de verdad, en donde a día de hoy no existe ni existía.

DEPENDENCIA DE HAITÍ DEL MERCADO INTERNACIONAL: OBSTÁCULO A SU DESARROLLO

  • Hay aspectos que son muy explicativos de cómo un país como Haití tiene tal dependencia del mercado internacional que se convierte en la práctica en dependiente absoluto de los demás, lo que revela también por qué la gente se ve obligada a vivir en situaciones tan extremas. Si analizásemos por ejemplo cómo funciona el comercio internacional- y lo podemos estudiar en cualquier texto de economía moderna o en cualquier anuario de Naciones Unidas- encontraremos explicación al hecho de que la situación que se vive en un país como ese donde la parte del pais que es mas rica en la producción de arroz, los campesinos han dejado de producir arroz y de cultivar la tierra y se han ido a las ciudades a engrosar esas bolsas suburbiales de Puerto Principe donde han muerto cantidad de personas, muchos de ellos eran campesion que salieron de sus porque el arroz que producían , a la hora de vernderlo en sus mercados locales, resulta mucho más caro que el arroz que llega de Estados Unidos, protegido por políticas de subvenciones y porque el sistema de aranceles del comercio internacional hace que sea mucho más barato vender ese arroz a Haití que el haitiano y por lo tanto los campesinos no pueden competir con ese precios, se tienen que ir a la ciudad  y abandonar el campo.
  • Cuando escuchamos las primeras y terribles noticias del terremoto y sus brutales efectos en aquél país caribeño, y cuando constatamos que multitud de personas vivían allí en tales condiciones de pobreza, muchos nos sentimos impulsados a preguntarnos: «¿cómo es posible que toda esa gente todavía siga viviendo ahí?».
  • La explicación, una vez pasado el momento inicial de incredulidad, la encontramos en términos bien sencillos: viven allí, además de por el natural arraigo que todos sentimos por nuestra tierra, porque no pueden vivir en otro sitio.
  • Esta respuesta es aún más clara cuando comprendemos que se trata de uno de los países que genera un éxodo mayor hacia los países de la zona. No en vano un millón y medio de haitianos, de los 9 millones de habitantes que tiene ese país, vive fuera del territorio nacional , y la carencia general es tan extrema que la inmensa mayoría de las personas que alcanzan un determinado nivel profesional, técnico o educativo, suelen abandonarlo con el objeto de mejorar su expectativas personales en otra tierra.
  • Este fenómeno de «fuga de cerebros» es común a los demás países pobres pero en Haití alcanza cotas incalculables. Muestra de ello es el dato ahora conocido de que cuando ocurrió el terremoto hace unos días, de los 2. 500 médicos que trabajan en ese país 500 eran cubanos,  que forman parte del contingente de cooperación que Cuba mantiene de forma permanente en su castigado y vecino  país.

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