¿Se puede avanzar hacia un envejecimiento saludable y activo?
José Manuel Díaz Olalla(Publicado en la Revista Temas para el Debate, nº 193, Diciembre de 2010)
“Los mayores en nuestro país viven más años, tienen mejor salud y son más activos”, resume la reciente Encuesta sobre Mayores de 2010 realizada por el IMSERSO (1). Y todo ello sin que estemos siempre de acuerdo sobre quiénes son los mayores. Por ello en esa misma encuesta se avanza que la mayoría de la población española considera que se es mayor a partir de los 70 años. Eso explica, por ejemplo, que si diéramos un breve repaso a los servicios que ofrecen en la actualidad los Centros de Mayores comprobaríamos que en los últimos años han debido transformar sus actividades para incluir muchas más de aquéllas que son propias de personas totalmente válidas y plenamente activas. Aunque con cierta frecuencia, y como consecuencia del momento en que legalmente se marca el fin de la vida laboral activa en nuestro país -¿habría que decir hasta ahora?-, se señala implícitamente como el comienzo de la vejez la edad de 65 años, desde una óptica más pegada a la realidad social y sanitaria del mundo desarrollado bien podríamos definir que tal circunstancia ocurre, en las personas que no padecen ninguna enfermedad crónica, la mayoría de las veces después de los 75 años e incluso después de los 80 años. Es a partir de entonces cuando el deterioro cognitivo y de las condiciones generales de salud generan los importantes niveles de dependencia para actividades básicas de la vida que enmarcan y caracterizan ese periodo final de la vida. En nuestro país, además, se incrementa de manera especial el segmento de personas octogenarias que con gran frecuencia necesitan cuidados sociosanitarios de larga duración. Así, en el periodo de cinco años comprendido entre 2003 y 2007, el incremento de población mayor de 65 años ha sido del 4% mientras que el de la población octogenaria ha ascendido al 21,1%.
Se puede resaltar, entonces, que el envejecimiento, como fenómeno estrictamente poblacional, es un concepto relativo: cuántos mayores respecto a cuántos jóvenes. Se estima además que, en la actualidad, una de cada diez personas en el mundo es mayor de 60 años. Las previsiones indican que, en 2050, la proporción pasará al doble (una de cada cinco). Muy imbuidos, como estamos, en el occidente-centrismo imperante seguimos creyendo que el envejecimiento es fundamentalmente una situación que afecta al mundo desarrollado y nos olvidamos que, determinada por la inexorable transición demográfica en que se ve envuelto una gran parte del mundo en desarrollo, el 64% de los mayores de 60 años vive en esos países menos adelantados y dentro de 40 años esa cifra se elevará al 80%. Y no sería esa una mala noticia sino fuera porque en la mayoría de esos países las prestaciones sociales para los mayores son prácticamente inexistentes, quien no trabaja no recibe ninguna percepción económica y esta población se ve obligada a vivir de sus familias, si estas pueden, y siempre en condiciones de gran precariedad. Por eso en los países en desarrollo unos 100 millones de mayores viven con menos de un dólar diario, frente al 80% de quienes lo hacen en países desarrollados, que cuentan con un ingreso regular. Por ello, también, en África y en América Latina la mayoría de estas personas viven en la pobreza absoluta.
Como quiera que la distinta capacidad económica determina desigualdad en la salud y que en esos países las diferencias en riqueza son enormes entre la población, no nos equivocaremos si deducimos que la situación de la salud de los mayores pobres (la mayoría de ellos) en esas circunstancias, en las que además no existe un sistema de protección social y sanitaria adecuado, es muy deficiente. Situación distinta se vive en países desarrollados como España. Y no se trata de que aquí no existan circunstancias diferencialmente adversas entre la población mayor, que existen, sino más bien que el estado del bienestar que aún nos queda triunfa en la mayoría de los casos a la hora de desarrollar una de sus funciones más importante: la de evitar que las adversas condiciones de vida determinen de manera definitiva niveles excesivos de mortalidad o de carga de enfermedad y discapacidad. Es como si el sistema de protección social, ese que no se debería seguir revisando en cada bache de los ciclos económicos con la tijera de podar, actuara como un colchón para una gran parte de la población que vive con más dificultades, evitando el férreo impacto de la pobreza en la salud y el bienestar. Con todo y con eso en nuestro país los mayores se alimentan peor, tienen mayores niveles de pobreza, viven en peores viviendas, y acumulan tasas de analfabetismo mucho mayores que el resto de la población. La gran apuesta del Estado redistribuidor sería, para ellos, aminorar estas injustas condiciones de vida y hacer todo lo posible para que, aún persistiendo, no se manifestaran en aspectos básicos de la vida en los que, según creemos desde una óptica elemental de justicia social, no se deben manifestar: la salud, el bienestar, las oportunidades, los recursos sociales o la atención a las situaciones de dependencia personal.
Quizás por ello la esperanza de vida al nacer en nuestro país en la actualidad, que en realidad significa “para los que nacen ahora” y no para los que este año alcancen esas edades, es de las más altas del mundo: cerca de 85 años en las mujeres y de 78 años en los hombres con datos de mortalidad del año 2006, tan sólo superada en Europa por Suecia, y en este caso gracias a la mejor situación relativa de supervivencia de los hombres escandinavos (2). No es este un aspecto desdeñable y no sólo porque este indicador sea uno de los que mejor refleja el nivel de salud de la población, sino porque desde hace algunos años los principales avances que registra se deben a la constante y mantenida disminución de la mortalidad de los mayores y no a la de los niños como ocurría hace unos años. De todas formas la ventaja de género que recoge queda desdibujada cuando comprobamos que ese excedente de años que vivirán las mujeres respecto a los hombres lo harán con algún tipo de discapacidad o enfermedad crónica ya que ambos sexos alcanzan el promedio de vida sin limitaciones a una edad similar (alrededor de los 70 años).
De otra forma y por aspectos que tienen que ver con el mero declinar biológico y la persistencia de ciertos factores de riesgo a los que se ha estado expuesto por largos periodos de tiempo, a estas edades se alcanzan frecuencias muy elevadas de enfermedades crónicas y degenerativas (como el sobrepeso y la obesidad entre los 65 y los 74 años), de otras determinadas también por las deficiencias en el funcionamiento de órganos y aparatos (accidentalidad doméstica) y de estilos de vida nocivos para la salud (sedentarismo). Por ello la calidad de vida de los mayores suele ser precaria, y esta circunstancia está muy determinada por la presencia de dolor, de depresión (que afecta a más de un tercio de ellos), de la propia autopercepción de las limitaciones físicas que genera la situación de dependencia y de la soledad. La hipertensión arterial y los problemas osteoarticulares son las enfermedades o factores de riesgo para la salud que más afectan a los mayores en España (2) (3). No en vano el primero de ellos es el factor de riesgo que más carga de enfermedad y discapacidad produce en la actualidad entre la población mundial (4).
El patrón de mortalidad de la población española en su conjunto está determinado
por las causas de muerte de los mayores: el 83% de todos los fallecidos en España son personas de edad. A principio del siglo XX no llegaba al 30% (5). La principal causa de muerte entre los mayores está relacionada con enfermedades del aparato circulatorio, siendo el cáncer la segunda causa, situándose en tercer lugar, a distancia, las enfermedades respiratorias. En los datos más recientes destaca el aumento de la mortalidad por enfermedades mentales y nerviosas (demencias, Alzheimer) que se ha registrado en los últimos lustros. En este sentido las actividades preventivas y de diagnóstico precoz de todos los trastornos cognitivos son las armas más útiles contra esta auténtica epidemia que está muy determinada, paradójicamente, por la feliz circunstancia del elevado número de personas longevas que existe en nuestras sociedades. Hoy en día se sabe que el bajo nivel de instrucción, la edad avanzada y el género femenino incrementan el riesgo de padecer alteraciones de la memoria, y que la vida mentalmente activa actúa como un importante freno a su desarrollo.
El sexo es también un factor diferenciador de la salud subjetiva; el 48,5% de los varones mayores percibe bien o muy bien su estado de salud y sólo el 33,1% de las mujeres lo hace. Así mismo la tasa de discapacidad crece con la edad; a los 80 años, más de la mitad de los españoles tiene problemas para actividades de la vida cotidiana. Como muestra de las desigualdades sociales existentes en la salud también a estas edades, esa tasa es más alta en los mayores analfabetos, en los viudos y en los que viven en hogares multigeneracionales (generalmente con una hija), donde normalmente residen por sus limitaciones funcionales ya que la inmensa mayoría prefiere, siempre que puede, vivir en su propia casa.
Es preciso, a la vista de todo ello, trabajar más y más decididamente en la consecución de un envejecimiento activo y saludable para las personas que se acercan a las edades finales de la vida. Se debe empezar desde lo público mediante la puesta en marcha de políticas adecuadas, aunque debe complementarse desde todos los ámbitos de la vida social. Son políticas que, además, aligerarían parcialmente la presión económica en los presupuestos destinados a la atención sociosanitaria. Porque a través de hábitos de vida y prácticas que aborden los cambios físicos, mentales y sociales del proceso de envejecimiento, podemos evitar y retrasar la aparición de enfermedades y situaciones de deterioro físico y mental, haciendo posible una sociedad de personas mayores más activas, autónomas y saludables durante un mayor período de tiempo en sus vidas. Los programas de envejecimiento saludable deben incluir actividades de educación sanitaria desde las edades más tempranas, con formación en nutrición y en estilos de vida, resaltando y potenciando la actividad física, así como otras específicas dirigidas a personas mayores próximas a la jubilación para minimizar el impacto que ésta puede tener en sus vidas. A nivel sanitario deben realizarse también actividades de detección y prevención de factores de riesgo en la edad de prejubilación, programas de diagnóstico precoz y control de enfermedades crónicas.
Aspectos tan importantes como el aprendizaje a lo largo de la vida, una vida laboral activa, la participación social de las personas mayores y la solidaridad intergeneracional son aspectos fundamentales que deben contemplarse para avanzar con justicia y equidad en sociedades como en las nuestras, donde la población mayor se incrementa día a día.
Lactancia materna: Bebés 1 Madres 0
Por Violeta Lara
Salgo del hospital con mi regalito envuelto en una toquilla. Está dormido, o anonadado o deslumbrado por la luz. Yo feliz y contenta sobre todo por dejar el hospital. Estoy dispuesta a todo. Voy a ser la mejor madre del mundo. Empezamos por el principio: dar el pecho. Las matronas del hospital me han convencido: se da a demanda, es lo mejor del mundo. Si llora, al pecho. Si gimplea, al pecho. Si está nervioso o parece tener cólicos, al pecho. Si te duele el pecho porque está muy lleno, al pecho. ¿Que le has dado de mamar durante una hora y a los veinte minutos ya llora otra vez agitadamente, como con hambre? Pues al pecho. Esto es lo que se llama “lactancia a demanda”, el último grito en la perfección maternal. Recuerda, lo mejor para tu hijo.
…
Han pasado tres días y el pequeño extraterrestre de ojos grandes y claros no para de llorar. Está enfadadísimo. Y yo, al pecho. Él se revuelve y a veces le pega al pecho con las manitas. No está claro que él comparta lo de lo mejor para tu hijo. Pero yo sí, así que, al pecho.
…
Seis días más tarde ninguno de los dos hemos dormido más de hora y media seguidas. Somos dos zombies, zombie grande y zombie chiquitito. Leo varios blogs de maternidad, llamo a mi matrona, llamo a mi pediatra, llamo a mis amigas. La respuesta es unánime: más tiempo de pecho, más producción de leche, mayora satisfacción del bebé, mayor de la madre. Aguanta un poco más, tu puedes. Yo aguanto. Leo en el New York times un artículo sobre la depresión de los padres que no duermen (http://well.blogs.nytimes.com/2010/09/08/new-parents-at-risk-for-depression/). Intento ordenar mis ideas, escribir algo, como antes. Pero no tengo ideas, mis neuronas no funcionan. Recuerdo vagamente lo que decía Virgina Wolf (¿o era otra feminista?): el fin de la creatividad de la mujer es el moisés al final del pasillo. Me alegro mucho de que mi casa no tenga pasillo, ni mi bebé un moisés, sino una moderna minicuna al módico precio de 400 euros, colchón aparte.
…
Quince días más tarde. Seguimos sin dormir. Mi bebé mama y mama, a demanda. Bebé y mamá en la cama. Bebé y mamá en el sofá. Sólo que…¿mama o no mama? Está flaquito, está amarillo, está que no para de llorar. Me voy al Niño Jesús. Me lo pesan, me lo miran. Ha perdido muchísimo peso y está al borde de la deshidratación. ¿por qué no le da un suplemento tras las tomas? No doy crédito, ¡pretenden hacerme abandonar la lactancia! ¿cómo osan?. En mis trece, llego a casa y sigo con la dieta pecho a demanda. Todo el rato pecho, puesto que ya me ha visto todo el mundo y dicen que leche hay, estoy tiene que funcionar, sí o sí. Y seguimos.
…
Casi cuatro semanas después. Al bebé se le ven todas las costillas. Algo debe comer porque si no no estaría en el mundo, pero está visiblemente delgado. Vuelta a la pediatra a la que se le abren mucho los ojos. Me da ella misma una muestra de leche maternizada. Vuelvo a casa con sentimiento de derrota, ya no soy la mejor madre del mundo, no soy capaz de engordar a mi criatura con mi leche. Le preparo un biberón, se lo damos. Su padre y yo nos quedamos de piedra, el niño succiona sin parar, se toma la toma entera, mucho más de lo que le correspondía, pega un gran eructo y se queda dormido. Cinco horas. Cinco. Yo le toco y sacudo para ver si sigue vivo. Sigo intentando el pecho con menos convicción, él se agarra más por educación que por otra cosa. Molarle le mola, como gran chupete. Pero para comer, el bibe.
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Me siento fatal, soy una mala madre y además una mentirosa. Me encuentro a mi matrona del hospital, que además pertenece a la Liga de la Leche y le dió el pecho a su retoña hasta los tres años y le miento descaradamente. ¿el biberón? Es mi leche exprimida. Cuánto te ha engordado, qué maravilla. Sí si, muy contenta, gracias. Besito, besito y adiós. El dios de las madres lactantes me va a castigar a un infierno especial que hay lleno de celadoras que te aplican sacaleches manuales.
…
Han pasado más de dos años, he tenido un segundo bebé, he vuelto a intentar lo de la lactancia, incluso me he comprado un super sacaleches eléctrico y he hablado con consultoras de lactancia. Pero a la tercera semana, viendo que íbamos por el mismo camino de llantos y deshidrataciones, muy tranquilmente, he comprado un montón de bibes y leche maternizada. Mi bebé duerme y engorda. Yo duermo, bueno y también engordo o no adelgado. Mi primer bebé también duerme y el papá también. Somos felices, todos dormimos y algunos engordan 300 gramos a la semana. Pero lo he vuelto a hacer: me he encontrado con mi matrona, la de la Liga de la Leche, y le he mentido descaradamente diciéndole que doy el pecho. No quiero que descubra lo mala malísima madre que soy. Como duermo más, me dedico a leer más cosas. Se me ocurre leer el último libro de Elizabeth Badinter, Le conflit, la femme et la mére (http://libros.fnac.es/a367608/Elisabeth-Badinter-Le-conflit-la-femme-et-la-mere) y descubro muchas cosas. Se me ocurre leer un artículo de una madre pro-lactancia que analiza cómo la mayoría de los supuestos beneficios de la lactancia no están tan claros (http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2009/04/the-case-against-breast-feeding/7311/), y se me ocurre leer lo último de Erica Jong en el Wall Street Journal (http://online.wsj.com/article/SB10001424052748704462704575590603553674296.html) y empiezo a pensar. ¿nos estamos volviendo locos? ¿No era la vida suficientemente complicada, también tenemos que añadir fundamentalismos nuevos?
…
No soy matrona ni médico, y no tengo respuestas sobre la lactancia. Me hubiera gustado mucho que me hubiera salido bien. Pero no hay nada mejor en el mundo que poder disfrutar a tus hijos, meterte a un bebé suave en la cama y darle muchos besos. Y si la lactancia que no funciona te impide disfrutar eso, es que algo no lo estamos haciendo bien.
Respuesta de un lector ante las críticas publicadas por el artículo de El País
¿No hay formas más originales de promover la cultura científica?
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/hay/formas/originales/promover/cultura/cientifica/elpepusoc/20101105elpepusoc_7/Tes
Magnifico articulo de esta periodista cientifica,tristemente documentado y mal interpretado según los comentarios leidos. Muy poca gente sabe leer,ya que para entender el fondo de su significado hace falta fuerte dosis de cultura y discernimiento,poco habitual por desgracia. d Digo triste porque refleja con datos el desperdicio de tanto dinero gastado inutilmente en eventos de divulgación cientifica,de poca categoría intelectual ,tonta en cuanto a pedagogía,y sin resultado alguno.Este es el meollo de este articulo,es como un lamento y una busqueda para poner a la Ciencia en su sitio de una vez por todas. Comenta lo necesario de la Innovacion. Ratifico su afirmación, solo que esta innovacion tiene que empezar por la cultura del pueblo y la mente de los Gobiernos .Todos, que siguen con su mentalidad cateta , sin mirar otros paises de Europa , America , con alto nivel cultural y cientifico, que es lo que verdaderamente califica el desarrollo del pais y su categoría . Encabezado por la Investigación y avalado por las ayudas necesarias para su ejecución. SI ya no padecemos. muchas de las terribles enfermedades es porque fueron derrotadas por las vacunas. Si Nuestro buen estado de salud va in crescendo a nivel de progresion geometrica, SI envejecemos mas tarde pero con gran calidad mental y fisica, SI el consuelo para el dolor existe, SI el sufrimiento tiene esperanza, y muchos items mas. Todos estos logros se deben exclusivamente a la CIENCIA Es una verguenza que se tenga que promover la cultura cientifica,porque tenía que haber sido promovida desde siempre. Pero bueno vale. La investigacion es y tiene que ser muy lenta,no cabe la prisa. Lleva mucho mucho tiempo,trabajo sin horario, vidas que se quemaron y se queman con vocación que ni se valora ni se premia con ayudas y facilidades para su caminar . Pero de cuyo resultado se beneficia la humanidad.. En esta labor se cimienta la medicina,los medicos aplican lo que el cientifico descubrió ,valoró,experimento,estrujo literalmente,para despues pasarlo al campo de la medicina.. Claro que la Universidad tiene que informar a los millones de seres televidentes de programas necios y salir en Internet tanto logro y tanto esfuerzo,en todos los medios, porque el resultado lo disfrutamos todos,es un bien en que el destinatario es el ser humano.NO existe nada mas COMUNITARIO Que el cientifico de verdad-el que use la picaresca fuera-, no tiene que pensar en el dinero , ni mendigar subvenciones para poder trabajar e investigar, parece un chiste, pero es tragico. Q ue la Ciencia no tenga trabas si no ayudas,me refiero solo al tema del articulo. Tengo 80 años y me gustaría arreglar el mundo, tan falto de generosidad y tan sobrado de buenas intenciones incumplidas. Quizas sería solución que nadie pudiera ni hablar ni comunicarse durante una semana y solo reflexionar……El que mas el Ministerio de Ciencia e Innovacion
Televisión e Internet.El futuro me lo guiso yo
Una sola edición del programa Horizon de la cadena de televisión británica BBC reúne a más espectadores que todos los visitantes que en un año acuden al Museo de Ciencias Naturales de Londres.
Así es la televisión.Criticada hasta la saciedad, acompañante de solitarios y aburridos, educadora social, tapadera de malas relaciones familiares, mentirosa en su empeño por mostrar una vida inaccesible como posible, espectacular cuando retransmite la primera tímida pisada de un astronauta en la Luna ¡la tele y la Luna!; dramática y cruel cuando nos acerca a un bombardeo en pleno directo ¡aquél de nuestra invasión a Irak!, los fallecidos diarios de Afganistán; la tele de los disfraces y los sueños que nos convence de que los personajes son reales; la tele didáctica que nos enseñó que era aquí o allá con Bario Sésamo o la relación de la mente y la emoción que tanto gusta a Punset. No hay un medio de comunicación con tanta capacidad de impacto como la televisión.
Hasta que llegó Internet y con este ejemplo espectacular de innovación, estalló la revolución, el miedo como siempre ante lo nuevo y lo desconocido, ¿Desaparecerán la industria del libro y de la música? ¿Qué será de lo que tuvimos y ahora debemos modificar? Internet empuja a la creación de nuevos modelos de empresas, se abre la posibilidad de comunicar sin control estatal, de crear nuevos medios de comunicación que no se rijan bajo intereses políticos y económicos como ahora sucede con la gran mayoría. ¿Cómo no intentar reunir un medio de comunicación de tanto impacto como la televisión con la aparición de la tecnología que está revolviendo el mundo, cambiando procederes y formas de relación? La televisión por Internet empieza sus primeros pasos. Se espera que para el verano de 2011 el 20% de los aparatos de televisión estén conectados a Internet. La información empieza a viajar sin barreras
Hoy vuelvo a leer el destino que el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través de la FECYT, ha dado este año a los 4 millones de euros para proyectos de divulgación de la ciencia y la innovación. Leo que cerca de 7 de cada 10 se destinan a proyectos públicos, a los proyectos de los organismos que están ya previamente financiados por los impuestos de todos nosotros. Leo también, que la mayoría van destinados a organizar la Semana de la Ciencia en cada Comunidad Autónoma, en cada Universidad, en cada Asociación, en cada esquina de este país, dinero para stands, folletos, para anunciarla, difundirla, coordinarla, organizarla. ¿Qué queda en la mente de los visitantes de la grandiosa Semana de la de la Ciencia tras su celebración y el enorme consumo de recursos? Ojalá que mucho, que forme a muchas personas y la cultura de la ciencia se extienda tanto como el dinero para montarla, más de 760.000€, sin contar los 88.000€ en ferias de la ciencia y pabellones, o por no hablar de más de 50.000€ en cuentacuentos y marionetas, todas actividades locales y temporales.
¿No hay formas más originales de promover la cultura científica? Echo de menos la Innovación.
Leo también, que parte del dinero se destina a las propias Instituciones de Investigación Públicas para que organicen conferencias, ciclos, para mantener a las Unidades de Cultura Científica. Más de 284.000€. En el año 2007 FECYT creó una red de hasta 53 de estas unidades en Universidades y Centros de Investigación para promocionar la ciencia en la sociedad.Llama la atención la falta de presencia de la Universidad como fuente de información científica en los informativos de televisión, el medio elegido por la población para informarse de los avances científicos (1)Qué mal tiene que estar la ciencia en este país para que los Organismos Públicos tengan que acudir a estas subvenciones si quieren mantener sus actividades de difusión.Solo 3 de cada 10 proyectos pertenecen a la empresa privada. Hasta hace tres años ni siquiera podíamos acceder a las ayudas a la divulgación de la ciencia, estábamos vetados. ¿Alguien lo entiende?
(1) La información científica en los telediarios.
Análisis realizado por el equipo del Grupo de Estudios Avanzados de la Comunicación (Universidad Rey Juan Carlos), dirigido por el profesor Pablo Francescutti con la colaboración del Laboratorio de Investigación de la Imagen Televisiva y Electrónica (LITTE), de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (URJC)
Graziella Almendral
Directora de INDAGANDO Televisión
Mucho aguantaste con el bebe… a nosotros nos duró la duda 3 días: cuando la mamá empezó a preguntarse si «ha sido buen momento para tener a nuestra hija?» entre lloros y sacaleches,fuí a una farmacia y solucionamos el asunto.