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La epidemia del tabaquismo en España

La aprobación de la nueva ley del tabaco ha venido a reparar una injusticia que se mantenía con los trabajadores de la hostelería, únicos centros de trabajo en los que los clientes podían fumar. Teniendo en cuenta que en este sector trabajan cerca de un millón de españoles, muchos de ellos mujeres y que en el curso de su vida laboral muchas de ellas van a estar embarazadas, el agravio era más importante pues no solo afectaba a la mujer sino al feto en muchos casos. En España fallecen cada año unas 50.000 personas por culpa del tabaco y de ellas, entre 1200 y 3200 son no fumadores, que en su mayoría trabajan en la hostelería.

La ley ha salido adelante porque la sociedad la quería. La querían casi la totalidad del 70 % de los españoles, que no son fumadores y algo más de la mitad del 30 % del resto, que si que fuman, pero son bastante sensatos y además de entender que la situación era injusta, veían en la ley una ayuda para si mismos, pues a la mayoría les gustaría dejar de fumar.

En España hemos mejorado mucho recientemente en dos aspectos transcendentales: la percepción del riesgo del tabaco y la desnormalización de la conducta de fumar. Los no fumadores se están haciendo más visibles y reclaman su derecho a la salud, pero hay algunos aspectos en los que todavía nos queda mucho por hacer: la fiscalidad del tabaco y la atención a los fumadores.

La fiscalidad del tabaco es algo muy importante. Según el Banco Mundial, la subida del precio del tabaco es la medida más eficaz para reducir su consumo. Y esto en nuestro escenario, España, es especialmente importante porque a quienes más afecta el precio es a los jóvenes y no nos engañemos ni dejemos que nos engañen, nadie empieza a fumar a los 30 años. Se empieza a fumar muy joven (alrededor de los 13 en España) y además cuanto más joven se empieza, más difícil es desengancharse después. Esto lo saben muy bien las tabaqueras que dedican todos sus esfuerzos a captar a sus clientes- esclavos de por vida a través de los más sofisticados medios entre la juventud (promoción de conciertos musicales, marcas de ropa, etc)

Y para terminar, habría que decir dos palabras sobre la atención a los fumadores. Los sanitarios estamos acostumbrados a decir a todos nuestros pacientes que tienen que dejar de fumar, pero pocos de nosotros les explicamos además cómo lograrlo. Tenemos una carencia en formación importante, aunque se están dando muchos pasos positivos en las distintas Comunidades Autónomas y en las Universidades en este sentido. Lo lógico sería que cualquier ciudadano que quiera dejar de fumar pueda acudir a su médico de cabecera y que éste sea capaz de ayudarle de un modo eficaz. Está demostrado que con ayuda de un profesional sanitario, y me refiero aquí a médicos, farmacéuticos, dentistas, enfermeros y psicólogos, las posibilidades de conseguir dejar de fumar y mantenerse así aumentan enormemente. Además, y aunque esto en la época de crisis que nos afecta puede resultar difícil de explicar, existen medicamentos que pueden duplicar y hasta triplicar las cifras de abstinencia a largo plazo, que es de lo que en realidad se trata. Algunas Comunidades Autónomas los están financiando, otras no. Los economistas sabrán si el coste sanitario de las enfermedades que el tabaquismo provoca compensa o no. Desde mi punto de vista como médico que soy lo tengo muy claro, pero también entiendo que el fumador debe primero querer dejar de fumar y además asumir algunos costes.

Francisco Rodríguez Lozano

Presidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo

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