Han pasado más de 12 años desde que el primer astronauta pisara la Estación Espacial Internacional (EEI). Desde el momento en que los miembros de la llamada «Expedición 1» abrieran la escotilla de la nave Soyuz y entraran en el complejo, siempre ha estado habitada.
La estación es como un pequeño hotel con cinco dormitorios un tanto particulares, una improvisada cocina, dos cuartos de baño, un gimnasio y una cúpula de ensueño con privilegiadas vistas.